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La gallina se dio cuenta de que el granjero venía todos los días a darle de comer. Predijo que el granjero seguiría trayendo comida todos los días. Los inductivistas piensan que la gallina había "extrapolado" sus observaciones a una teoría, y que cada vez que le daban de comer justificaba más esa teoría. Entonces, un día llegó el granjero y le retorció el pescuezo a la gallina. Esto justifica inductivamente la conclusión de que la inducción no puede justificar ninguna conclusión.