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  • Al ver cómo mi propia mente se deterioraba circuito a circuito, aprendí que cada capacidad que tengo, desde mover el dedo hasta crear lenguaje, depende de que un grupo de células del interior de mi cerebro funcione de forma sana y feliz. Me di cuenta de que para recuperarme tenía que hacer que las células que realizaban esas funciones volvieran a funcionar bien. Me dio una forma totalmente distinta de verme a mí mismo como individuo y a todos nosotros como personas.