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Si tomo a esa persona y la reproduzco en un disco, no sólo me convierto en director de orquesta y compositor de collages, sino que al mismo tiempo me planteo toda una serie de cuestiones relacionadas con los derechos de autor, quién es el propietario de esos recuerdos, quién es el propietario de la forma en que se remezcla y transforma ese sonido y, sobre todo, lo divertido que es jugar con el material de otras personas.