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  • Entonces, si no podemos expresarla ni reprimirla, ¿qué hacemos cuando nos sentimos enfadados? La respuesta es reconocer el enfado, pero elegir responder a la situación de otra manera. Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿verdad? ¿Te imaginas intentar convertir tu enfado en otro sentimiento más amistoso? Nunca funcionaría. La determinación por sí sola no funciona. Hace falta una nueva inteligencia para comprender y gestionar nuestras emociones. Si consigues que tu cabeza y tu corazón estén en coherencia y permites que la inteligencia del corazón trabaje por ti, podrás tener una oportunidad realista de transformar tu ira de forma saludable.