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Hago hincapié en los profesores porque en gran medida se les deja fuera del debate. En ninguno de los informes grandilocuentes que llegan de Washington y de los grupos de reflexión para decirnos lo que hay que "arreglar" -odio esta palabra tan mecanicista, como si nuestras escuelas fueran motores de automóvil- se pregunta nunca la opinión de los profesores.