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El número de factores estresantes se ha multiplicado exponencialmente: el tráfico, el dinero, el éxito, la conciliación de la vida laboral y personal, la economía, el medio ambiente, la crianza de los hijos, los conflictos familiares, las relaciones, las enfermedades. Como la naturaleza de la vida humana se ha vuelto mucho más complicada, nuestra antigua respuesta al estrés no ha podido seguir el ritmo.