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Sabía que cuando besara a esta muchacha, y casara para siempre sus visiones inconfesables con su aliento perecedero, su mente nunca volvería a retozar como la mente de Dios.
Sabía que cuando besara a esta muchacha, y casara para siempre sus visiones inconfesables con su aliento perecedero, su mente nunca volvería a retozar como la mente de Dios.