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Hijo mío, desiste por todos los medios de patear al venerable e ilustrado visir: pues así como una costosa joya conserva su valor aunque esté escondida en un estercolero, así la vejez y la discreción deben ser respetadas incluso en las viles personas de nuestros súbditos. Desiste, pues, y dinos lo que deseas y propones.