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Los momentos difíciles fortalecen la determinación y la fuerza interior. A través de ellos también podemos llegar a apreciar la inutilidad de la ira. En lugar de enfadarnos, cultivemos un profundo afecto y respeto por los alborotadores, porque al crear circunstancias tan difíciles nos brindan oportunidades inestimables para practicar la tolerancia y la paciencia.