Para concluir, por lo tanto, que ningún hombre sobre una débil presunción de sobriedad o una moderación mal aplicada piense o sostenga que un hombre puede buscar demasiado lejos, o ser demasiado bien estudiado en el libro de la palabra de Dios, o el libro de las obras de Dios, la divinidad o la filosofía; sino más bien que los hombres procuren un progreso sin fin o proficiencia en ambos; sólo que los hombres se cuiden de aplicar ambos a la caridad, y no a la hinchazón; al uso, y no a la ostentación; y además, que no mezclen o confundan imprudentemente estos aprendizajes juntos.