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Bina, gracias. Bina, escucha, este tipo. Su nombre no era Lasker. Este tipo...' Ella le pone una mano en la boca. Ella no lo ha tocado en tres años. Probablemente sería demasiado decir que él siente que la oscuridad se eleva al contacto de las yemas de sus dedos contra sus labios. Pero se estremece, y la luz se cuela entre las grietas.