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Si el principio pacífico de los cuáqueros se estableciera universalmente, las armas y el arte de la guerra serían totalmente extirpados: Pero no vivimos en un mundo de ángeles... Hasta tal punto soy cuáquero, que con gusto estaría de acuerdo con todo el mundo en dejar de lado el uso de las armas, y resolver los asuntos mediante la negociación: pero a menos que la totalidad lo desee, el asunto termina, y yo tomo mi mosquete y doy gracias al Cielo por haberlo puesto en mi poder.