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Mi cabeza era un lugar desolado y tan yermo como las desnudas colinas de Le Marche. Hasta que empecé a construir en ella, sólo anidaban buitres.
Mi cabeza era un lugar desolado y tan yermo como las desnudas colinas de Le Marche. Hasta que empecé a construir en ella, sólo anidaban buitres.