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La indignación moral es una de las fuerzas más dañinas del mundo moderno, tanto más cuanto que siempre puede ser desviada hacia usos siniestros por quienes controlan la propaganda.
La indignación moral es una de las fuerzas más dañinas del mundo moderno, tanto más cuanto que siempre puede ser desviada hacia usos siniestros por quienes controlan la propaganda.