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¿Quién negaría entonces que cuando tomo té en mi salón de té me estoy tragando todo el universo con él y que ese mismo momento en que me llevo el cuenco a los labios es la eternidad misma trascendiendo el tiempo y el espacio?
¿Quién negaría entonces que cuando tomo té en mi salón de té me estoy tragando todo el universo con él y que ese mismo momento en que me llevo el cuenco a los labios es la eternidad misma trascendiendo el tiempo y el espacio?