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Y quizá haya un límite para el dolor que puede sentir el corazón humano. Como cuando se añade sal a un vaso de agua, llega un momento en que simplemente no se absorbe más.
Y quizá haya un límite para el dolor que puede sentir el corazón humano. Como cuando se añade sal a un vaso de agua, llega un momento en que simplemente no se absorbe más.