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No hagas nada que no quieras que Dios vea. No digas nada que no quieras que Dios oiga. No escribas nada que no quieras que Dios lea. No vayas a ningún lugar donde no quieras que Dios te encuentre. No leas ningún libro del que no te gustaría que Dios dijera: "Enséñamelo". Nunca emplees tu tiempo de tal manera que no te gustaría que Dios te dijera: "¿Qué estás haciendo?