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Un poder ilimitado para gravar implica, necesariamente, un poder para destruir; porque hay un límite más allá del cual ninguna institución y ninguna propiedad pueden soportar impuestos.
Un poder ilimitado para gravar implica, necesariamente, un poder para destruir; porque hay un límite más allá del cual ninguna institución y ninguna propiedad pueden soportar impuestos.