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Si Dios no existiera, habría que inventarlo. Pero toda la naturaleza grita en voz alta que sí existe: que hay una inteligencia suprema, un poder inmenso, un orden admirable, y todo nos enseña nuestra propia dependencia de él.
Si Dios no existiera, habría que inventarlo. Pero toda la naturaleza grita en voz alta que sí existe: que hay una inteligencia suprema, un poder inmenso, un orden admirable, y todo nos enseña nuestra propia dependencia de él.