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  • La maravilla de pelo blanco que encabezaba lo que ya era un desfile de varias manzanas de largo debió de encender por fin su audífono. Porque finalmente se detuvo en el aparcamiento de la Iglesia Metodista Unida, alabado sea Dios, dejando al resto de nosotros libres para divertirnos hasta que algún otro octogenario consideró necesario salir a la calle por la noche. En Ohio, los ancianos saben que no deben conducir de noche. Otra razón más por la que Cleveland mola.

    Jennifer Rardin (2012). “An Evening for Vayl and Jaz”, p.27, Hachette UK