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  • Llegué a darme cuenta de que un solo ser humano, comprendido en su profundidad, que da generosamente de los tesoros de su corazón, nos otorga más riquezas de las que César o Alejandro jamás podrían conquistar. Aquí está nuestro reino, la mejor de las monarquías, la mejor república. He aquí nuestro jardín, nuestra felicidad.