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  • El anarquista, como enemigo nato de la autoridad, será destruido por ella después de dañarla más o menos. El anarquista, en cambio, se ha apropiado de la autoridad; es soberano. Por lo tanto, se comporta como un poder neutral frente al Estado y la sociedad. Le puede gustar, disgustar o ser indiferente a lo que ocurra en ellos. Eso es lo que determina su conducta; no invierte valores emocionales.