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Tal es la inconsistencia del verdadero amor, que siempre está despierto a la sospecha, por irrazonable que sea; siempre exige nuevas garantías del objeto de su interés.
Tal es la inconsistencia del verdadero amor, que siempre está despierto a la sospecha, por irrazonable que sea; siempre exige nuevas garantías del objeto de su interés.