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  • Amaba la hora tranquilizadora, cuando los últimos tintes de luz se apagan; cuando las estrellas, una a una, tiemblan a través del éter, y se reflejan en el oscuro espejo de las aguas; esa hora, que, de todas las demás, inspira a la mente una ternura pensativa, y a menudo la eleva a una contemplación sublime.

    Ann Radcliffe (2015). “The Mysteries of Udolpho”, p.9, Simon and Schuster