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Los libros son seres vivos y su tarea reside en sus votos de silencio. Los tocas y se estremecen con un placer divino. Los lees y se duermen en felices sueños durante los próximos diez años. Si les haces el favor de comprenderlos, de asimilar sus porciones de dolor y sabiduría, entonces se instalan en tu corazón.