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Oh, mi dulce niño de verano", dijo la vieja Nan en voz baja, "¿qué sabes tú del miedo? El miedo es para el invierno, mi pequeño señor, cuando la nieve cae a treinta metros de profundidad y el viento helado llega aullando desde el norte. El miedo es para la larga noche, cuando el sol oculta su rostro durante años, y los niños nacen, viven y mueren en la oscuridad, mientras los lobos huargos crecen demacrados y hambrientos, y los caminantes blancos se mueven por los bosques...