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La imaginación magnifica los objetos pequeños con exageración fantástica hasta que llenan nuestra alma, y con atrevida insolencia reduce las cosas grandes a su propio tamaño, como cuando habla de Dios.
La imaginación magnifica los objetos pequeños con exageración fantástica hasta que llenan nuestra alma, y con atrevida insolencia reduce las cosas grandes a su propio tamaño, como cuando habla de Dios.