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Las manos bendicientes de Cristo son como un techo que nos protege. Pero, al mismo tiempo, son un gesto de apertura, de rasgar el mundo para que entre el cielo, para que se haga "presente" en él.
Las manos bendicientes de Cristo son como un techo que nos protege. Pero, al mismo tiempo, son un gesto de apertura, de rasgar el mundo para que entre el cielo, para que se haga "presente" en él.