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  • En aquel momento, el impulso de estirar el brazo y tocar a Willow, de entrelazar sus dedos con los de ella mientras apoyaba la mano en su muslo o de acariciarle el pelo brillante que le caía de la sien, era casi irresistible. Cruzó los brazos sobre el pecho. "Sí, definitivamente es hora de tomar un café", dijo, cerrando los ojos. "Ves a través de mí.