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Los teólogos hablan de una gracia preveniente que precede a la gracia misma y nos permite aceptarla. Creo que también debe haber un valor preveniente que nos permita ser valientes, es decir, reconocer que hay más belleza de la que nuestros ojos pueden soportar, que se han puesto en nuestras manos cosas preciosas y que no hacer nada para honrarlas es hacer un gran daño. Y, por tanto, esta valentía nos permite, como decían los viejos, hacernos útiles. Nos permite ser generosos, que es otra forma de decir exactamente lo mismo.