-
Vienen a nosotros, estos muertos inquietos, mortajas tejidas con las palabras de los hombres, con trompetas que suenan en lo alto (los muros de la esperanza se han vuelto tan delgados y toda nuestra cacareada inocencia se ha marchitado en esta helada interminable) que prometen poca recompensa por todo lo que arriesgamos, por todo lo que hemos perdido.