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En realidad, es culpa mía. Por creer en cuentos de hadas. No es que los confundiera con hechos históricos reales, ni nada de eso. Pero crecí creyendo que para cada chica, hay un príncipe en alguna parte. Todo lo que tiene que hacer es encontrarlo. Y luego, felices para siempre. Así que puedes imaginarte lo que pasó cuando lo descubrí. Que mi príncipe realmente ES uno. Un príncipe. No, lo digo en serio. Es un príncipe de verdad.