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De repente tuve una idea de cómo los adultos pueden aferrarse a un sentimiento durante periodos muy largos de tiempo, mucho después de que el suceso haya terminado, mucho después de que se hayan enviado tarjetas y se hayan pedido disculpas y todo el mundo haya seguido adelante. Los adultos eran ratas de carga de emociones viejas e inútiles.