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Para conseguir el deseo de tu corazón tienes que perder parte de tu antigua vida, de tu antiguo yo. Para ello tienes que tener valor; sin él, no puedes dar el salto. Y si no das el salto, sólo tienes tres opciones: Puedes odiarte a ti mismo por no arriesgarte, puedes odiar a la persona de la que has sacrificado tu felicidad, o puedes odiar a quien te ofreció la felicidad, y culparle de tu falta de valor, convencerte de que no era real.