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  • Cuando me miras así, me siento tan hermosa". "Eres hermosa". Firmó en lo más profundo de su pecho. Sus manos subían y bajaban por los brazos de ella, acariciándola con rudeza. "Tan condenadamente hermosa". "Tú también". Ella le puso una mano en el pecho desnudo, recorriendo las crestas definidas de su musculatura. "Como un diamante. Duro y brillante, tallado con facetas exquisitas. Por dentro... fuego puro y brillante.