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Te corté la mano. He estado viviendo con tu pena, tu rabia y tu dolor desde entonces. No creo... no creo haber sentido nada durante mucho tiempo antes de eso, pero esas emociones al menos me eran familiares. El amor no me es familiar. No reconocí ese sentimiento hasta que pensé que te había perdido en Ephrata. Y cuando creí que te perdía por segunda vez, me di cuenta de que renunciaría a cualquier cosa por conservarte: mis palabras a otros dioses, pero también mi orgullo y mi rabia hacia todos los dioses, todo por ti.