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No vamos a tener una aventura". Me quedo boquiabierta, segura de que acabo de oír crujir en mi pecho un órgano de mi cuerpo. Sus manos me rodean y me aprieta contra su cuerpo mientras desliza la nariz por la concha de mi oreja. "Cuando te coja, serás mía", me promete suavemente al oído.