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  • Si me mirara a los ojos, habría visto lo impresionado que me quedé la primera vez que por fin la vi de verdad. Las nubes se movieron en el momento justo, iluminando por completo su rostro junto a la luna. Su belleza era deslumbrante. Bajo sus espesas pestañas había unos ojos azules como el hielo, algo fresco para equilibrar las llamas de su pelo. Sentí un extraño aleteo en el pecho, como el resplandor de una chimenea o el calor de la tarde. Permaneció allí un momento, jugando con mi pulso.