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  • El corazón le pesaba porque estaba abierto, y así las cosas lo llenaban, y así las cosas se precipitaban fuera de él, pero aun así el corazón seguía latiendo, duro y aterradoramente poderoso y con la intención de encogerse de hombros ante el resto de ella y continuar por su cuenta.

    Helen Oyeyemi (2011). “Mr Fox”, p.171, Pan Macmillan