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Llegar a ser plenamente humano significa aprender a convertir mi gratitud por estar vivo en un bien común concreto. Significa ser más amable con la debilidad humana. Significa practicar el perdón por mi fracaso y el de todos los demás a la hora de estar a la altura de las normas divinas. Significa aprender a olvidarme de mí mismo con regularidad para atender a los demás seres de mi entorno. Significa vivir de modo que el "soy humano" no se convierta en una excusa para nada. Significa recibir la condición humana como una bendición y no como una maldición, en toda su dolorosamente frágil y redentora realidad.