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Mucho me temo que las escuelas resultarán ser las mismas puertas del infierno, a menos que trabajen diligentemente en explicar las Sagradas Escrituras y grabarlas en los corazones de los jóvenes. No aconsejo a nadie que lleve a su hijo a un lugar donde las Escrituras no sean lo más importante. Toda institución en la que los medios no estén incesantemente ocupados con la Palabra de Dios debe estar corrompida.