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Una de las ventajas de nacer en una sociedad opulenta es que, si uno tiene algo de inteligencia, se dará cuenta de que tener más y más no resolverá el problema, y que la felicidad no reside en las posesiones, ni siquiera en las relaciones: La respuesta está en nosotros mismos. Si no podemos encontrar la paz y la felicidad ahí, no vendrá de fuera.