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Nacidos en otros países, pero creyendo que podrían ser felices en éste, nuestras leyes reconocen, como debe ser, su derecho a unirse a nosotros en sociedad, ajustándose, como no dudo que harán, a nuestras reglas establecidas. Que estas reglas sean tan iguales como lo permitan las consideraciones prudenciales, será ciertamente el objetivo de nuestras legislaturas, general y particular.