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Meter la carne de un animal en el propio vientre nos convierte en cómplices después de su sacrificio, sencillamente porque si las vacas, los cerdos, las ovejas, las aves y los peces, por mencionar los más comunes, no se comieran no se les mataría.
Meter la carne de un animal en el propio vientre nos convierte en cómplices después de su sacrificio, sencillamente porque si las vacas, los cerdos, las ovejas, las aves y los peces, por mencionar los más comunes, no se comieran no se les mataría.