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  • Meter la carne de un animal en el propio vientre nos convierte en cómplices después de su sacrificio, sencillamente porque si las vacas, los cerdos, las ovejas, las aves y los peces, por mencionar los más comunes, no se comieran no se les mataría.

    Philip Kapleau (1982). “To Cherish All Life: A Buddhist Case for Becoming Vegetarian”, Harper San Francisco