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La razón por la que no juego al golf es porque fui caddie cuando tenía 13 años. Las mujeres nunca daban por perdida una pelota de golf que se perdía en algún lugar entre los árboles, la espesura y la hiedra venenosa. Fue durante una de esas búsquedas cuando juré al Señor de arriba que si alguna vez ganaba suficiente dinero no volvería a pisar un campo de golf.