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  • Llegó el atardecer, y el crepúsculo gris vistió todas las cosas con su sobria librea; el silencio acompañó; bestias y pájaros, ellos a su lecho de hierba, ellas a sus nidos, se escabulleron, todos menos el ruiseñor despierto; ella cantó toda la noche su amorosa canción; el silencio fue complacido. Ahora brillaba el firmamento con vivos zafiros; Hesperus, que lideraba la hueste estelar, cabalgaba más brillante, hasta que la luna, elevándose en nublada majestad, al fin aparente reina desveló su luz sin par, y sobre la oscuridad su manto de plata arrojó.

    'Paradise Lost' (1667) bk. 4, l. 598