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Los seres humanos no somos intrínsecamente egoístas, lo que nos aísla de los demás. Somos esencialmente animales sociales que dependemos de los demás para satisfacer nuestras necesidades. Alcanzamos la felicidad, la prosperidad y el progreso a través de la interacción social. Por lo tanto, tener una actitud amable y servicial contribuye a nuestra propia felicidad y a la de los demás.