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Juntos, podríamos abrir el gobierno e invitar a los ciudadanos a participar, al tiempo que conectamos a toda América a la banda ancha del siglo XXI. Podríamos utilizar la tecnología para ayudar a conseguir una asistencia sanitaria universal, para alcanzar un futuro energético limpio y para garantizar que los jóvenes estadounidenses puedan competir -y ganar- en la economía global.