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Pero el mayor error de todos los demás es equivocarse o extraviar el último o más lejano fin del conocimiento: porque los hombres han entrado en el deseo de aprender y saber, unas veces por curiosidad natural y apetito inquisitivo; otras para entretener sus mentes con variedad y deleite; otras por ornato y reputación; y otras para capacitarse para la victoria del ingenio y la contradicción; y la mayoría de las veces por lucro y profesión; y pocas veces sinceramente para dar verdadera cuenta de su don de razón, en beneficio y uso de los hombres.