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Cuando existen motivos racionales para una opinión, la gente se contenta con exponerlos y esperar a que operen. En tales casos, la gente no mantiene sus opiniones con pasión; las mantiene con calma y expone sus razones tranquilamente. Las opiniones que se sostienen con pasión son siempre aquellas para las que no existe una buena base; de hecho, la pasión es la medida de la falta de convicción racional de quien la sostiene.